Este pasado
domingo, 24 de septiembre, a las 09:00 horas, se celebró la carrera de montaña
de Ponts, la “PONTS TRAIL 2n Memorial Bonaventura Alay”.
Suena el
despertador a las 06:00 horas de la mañana y ya me levanto de mala leche
después de no haber pegado ni ojo por preocupaciones varias.
Ganas de ir
a correr me
digo a mi misma mientras me arrastro hacia la cocina para tomar mi primera
dosis de café en vena. Y ganas, lo que se dice ganas, no tenia, pero como ya me había
levantado me pongo el uniforme de correr y me voy a buscar el coche y “me cago
en toooo!!!!!!!!”.
Resulta que lo había dejado debajo de un árbol y los pajaritos que vivían en
él, tenían descomposición, y se han descompuesto encima de mi coche. (El resto
de las maldiciones me las callo. Pero que sepáis que al final yo había abolido
la prohibición de hacer pajaritos fritos).
Después de
una hora en coche llego a Ponts justo para ver como levantan el arco de salida.
La mañana
se había levantado fresquita, pero se veía despejado de nubes, preludio de que
iba a caer una chicharrina de miedo, tal como fue al final.
A las 09:00
horas se da la salida a los casi 80 corredores de esta prueba larga de 23 km y
1000 D+, que fuimos los primeros, tras nosotros lo harían los participantes de
la prueba corta de 12,5 km. y 410 D+, y los caminadores.
Se inicia
la carrera y enseguida empezamos a subir hasta
encontrarnos con un camino boscoso y de tierra húmeda que nos acompañara unos
kilómetros. En este tramo la dificultad mayor no era otra que intentar evitar
que en las bajadas se nos fuera el pie y tubiéramos una
desgracia. Como es evidente, y puesto que me levante con mal fario y un elevado
estado “patosil”, tengo el
primer aviso.
Los
primeros kilómetros de la carrera fueron un “rompe piernas” por
el
subir y bajar constante. Sufrir un poquito las subidas y disfrutar a tope las
bajadas, que para eso voy a estas carreras, para hacer el
cabra
en las bajadas.
A medida
que iba trascurriendo la carrera, empezaba a subir y subir la temperatura. El
calor empece a notarlo
cuando atravesé un prado inmenso recién segado. ¡Y me pierdo!.
500 metros
después me doy cuenta que no veo ni cintas ni flechas y desando el camino. Debo
mencionar que todo y que el recorrido estaba bien señalizado, no hubieran
sobrado unas cuantas cintas más y más voluntarios.
Pero a lo mio. Como no
se hacen largos los 23 kilómetros, yo hago uno de regalo y vuelvo al prado
recién arado para darme cuenta que allí, en medio, hay un palito con una
flecha. Y como no puede ser de otra manera, me vuelvo a cagar en toooo!!!!!!!!
Los miopes
no vemos flechitas clavadas en palitos en medio del campo.
Y sigo
corriendo hasta atravesar el campo y me doy cuenta que a alguien le a dado por
abonar la tierra, y que estoy pasando por debajo de unas torres eléctricas que
parece que chisporrotean. Me da un rollo raro. No se si el olor
o las torres, pero me acelero un poco para salir de ahí.
En el kilómetro
17, en un camino embarrado, me encuentro
en el suelo tirado a mi amigo Fermín, al que le estaba asistiendo unos
sanitarios de Bomberos y un par de corredores del C. U. D. O. S. de Artesa. Me
paro para preguntarle, pero me dice que no es nada y que siga, que está bien.
Pero por la cara que hacia la chica bombero que lo estaba asistiendo, ya sabia que no era
una simple torcedura.
Sigo
corriendo, pero con mal cuerpo y mucha mas precaución
hasta acabar mi carrera.
Ya entrando
en la meta me encuentro a Nuria, la mujer de Fermín, y le digo que está bien
que ahora lo bajan.
Y después
de un rato, llega la ambulancia con el herido. Total una
tontería. Fractura de tibia y peroné. El lunes le operaron. Dos meses sin apoyar
el pie en el suelo, rehabilitación, 6 meses de baja más o menos. ¡Esto de
la montaña es peligroso! me digo a mi misma.
En otro
ámbito de cosas decir que la organización ha sido buena. Ha habido 3
avituallamientos durante el recorrido con agua, bebida isotónica y fruta,
y
un avituallamiento final, a pie de meta, con agua, bebida isotónica, coca
de almendras, turrón, … y además la organización, nos tenia preparado
para comer, una fideua con una
cervecita fresquita y un yogur de postre.
María de
los Ángeles CASTILLO.
Fotos Mª de los Ángeles Castillo