Hacía un par de años que no participaba en la San Silvestre de Lleida, y todo y que no tenía intención de correrla, al final me he animado a participaren en la 10 km. Como entrenamiento de calidad, ya sabéis...
El caso es que el día anterior, 30 de diciembre por la tarde corrí la 1ª San Silvestre Fragatina y me dejó buen sabor de boca y como me gusta esto de los dobletes, ¡pues ala…!, que no decaiga la fiesta.
Esto mismo debieron pensar mis compañeros de club puesto que mientras calentaba un rato, antes de empezar la carrera, me fui encontrando a unos y otros, y me saque de encima esa sensación que tengo de que las carreras de Ponent no son interesantes para los miembros de mi club o que no las hacen interesantes para nosotros.
Como decía hacía dos años que no participaba y la verdad es que la he encontrado igual que siempre.
La única diferencia es que, en esta ocasión, no era una carrera cronometrada por iter5, cosa que me ha extrañado. La recordaba como una de las carreras del circuito de la Lliga de Ponent.
Pero a lo que iba. El caso era que a las 17:00 horas del día 31, hacia un frio que pelaba, cosa que pareció no importarle a nadie porque todo el mundo estaba en la calle o para correr o para animar a sus familiares y amigos.
El ambientazo era exagerado, aquello parecía carnaval. Lo digo porque la mitad de los participantes estaban disfrazados y con ganas de fiesta.
Y empezó la fiesta con el disparo de salida. Primero salieron las mamás y los papás con los cochecitos de bebés también disfrazados y después se dio inicio a la carrera atlética.
Salimos como las cabras, como siempre, dispuestos a comernos el mundo hasta que el mundo se nos come por aquello de que regresemos a la realidad de nuestras posibilidades. Para mí esta es la mejor parte de todas las carreras. Los nervios iniciales, las salidas relámpago y después ir perdiendo pistonada.
Fuimos quemando kilómetros por el recorrido que yo recordaba de otras ediciones, que en esta ocasión, estaba lleno de gente que aplaudían y animaban a los corredores. También encontramos algún grupo de animación de la organización.
Llegamos al río y aquí eran los propios corredores los que animábamos a nuestros compañeros cuando nos cruzábamos en los giros.
Y en apenas darme cuenta me encontré en el kilómetro 9 subiendo la cuesta que hay desde la Rambla de Aragón a la Plaza Cervantes donde estaba la meta. Cuesta que han debido hacer más plana puesto que creo que es la primera vez que la subo sin pararme, de un tirón.
El resto ya lo podéis adivinar puesto que todavía no me he quejado de nada y no he criticado a nadie.
Todo perfecto, como me gustan las cosas. El tráfico controlado, el avituallamiento donde toca, los voluntarios amables y atentos, … En fin, todas esas cosillas que hacen que te vallas a tu casa contenta a seguir la fiesta.
Maria de los Ángeles CASTILLO.
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